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abrigos, ascensores, conversación, cumplidos, entradas, escaleras, galantería, galán, gentleman, salidas, saludo, seducción
“Galantería.
1. f. Acción o expresión obsequiosa, cortesana o de urbanidad.”
[Definición según el Diccionario de la Lengua Española (DRAE)]
En el artículo de hoy permitidme que rememore la galantería, aquellos hábitos –especialmente para con las mujeres- que tan buena fama dieron al gentleman.
Tal vez en su momento fu… Pero ¿Cómo?, ¿No sabéis qué es la galantería? Puede ser, ya que al parecer hoy en día no queda ni la sombra de lo que llegó a suponer para la sociedad. Dejadme pues que os hable de ello por un instante.
Según Wikipedia (porque no nos engañemos, hoy en día tan sólo nos falta preguntar a Wikipedia acerca de nuestro futuro), existieron precedentes de galantería en tiempo de los griegos. De modo que no estamos hablando de algo inventado hace un par de días.
Durante la Edad Media, la imagen del caballero que todos tenemos en mente no es del todo infundada. Aquel caballero que tan pronto se muestra valiente y fiero en combate, como romántico y tierno recitando una trova bajo la ventana de una bella dama, puede parecer pura fantasía y sin embargo existieron realmente.
O por ejemplo cuando aparecieron los primeros tratados de conducta que la clase aristocrática adoptó de inmediato, convirtiendo la vida en sociedad en un auténtico teatro. Y pese a lo que opinemos hoy en día eran más que muestras de educación, una verdadera lección de ilustración, admiración, respeto y, como no, ingenio.
Es cierto que la galantería se atribuye especialmente al hombre hacia la mujer, y que muchos lo han considerado más como una técnica de seducción que simple protocolo. Y así ha sido, en efecto. Seguramente detrás de cada galán ha habido un seductor dispuesto a mostrar todas sus cartas. Pero aun así, ¿a qué joven no le gustaría recibir las atenciones y detalles de un galán, y sin que ello tenga necesariamente que llegar a más?
Pues bien, para todos aquellos aspirantes a gentleman, la galantería es ante todo una actitud, no un compendio de actos y normas a seguir. Y aunque las bases de comportamiento son idénticas, es necesario remarcar que no hay dos mujeres iguales (como tampoco hay dos hombres iguales) y que no siempre la respuesta ante nuestros actos va a ser la misma. La observación es siempre nuestra mejor aliada, pues se trata de adelantarnos a lo que la otra persona está pensando simplemente con observar. El galán debe agudizar sus sentidos hasta tal punto que todo cuanto le rodea le sirva de información para actuar.
El gentleman sabe cómo actuar en cada ocasión que se le presenta. No es un dios, pero lleva el protocolo interiorizado. Y además lo demuestra con total naturalidad, de modo que ante todo nada de gestos ni reacciones agresivas o forzadas. Os aseguro que se distingue fácilmente al caballero del que lo pretende ser.
1. El saludo
Como hemos explicado en otro artículo acerca del saludo inicial, el caballero tomará la mano de la mujer que se la ofrezca (en caso de no conocerse lo suficiente), o bien responderá con total normalidad cuando vea a ésta mujer acercarse para saludar con un beso. En ningún caso el caballero se abalanza contra la mujer para besarla o aprieta su mano como si escurriese una esponja.
Acompañará el saludo con alguna expresión de cortesía o una presentación.
2. Entradas y salidas
Por lo general el caballero abre la puerta para que entre o salga la mujer, y la sostiene hasta que ésta ha cruzado. Quedan incluidas cualquier tipo de puerta: automóvil, ascensor,… Ésta acción tiene su sentido en la época en que las mujeres llevaban vestidos largos y mucho más pomposos de lo que son hoy en día. La mujer muchas veces necesitaba ambas manos para recoger su vestido y que éste no quedase atrapado al cerrarse la puerta.
Por supuesto que las mujeres son completamente capaces de abrir la puerta, no veamos este gesto como una infravaloración de la mujer, sino al contrario, como una muestra de admiración.
3. Abrigos, bolsos y maletas
El inventario de una mujer cuando sale puede llegar a ser pesado y molesto incluso para ellas, pero no hay que olvidar que todo ello forma parte de su look, del cual después nosotros también nos sentiremos “orgullosos” en cierta manera.
Si entráis a una cafetería, restaurante, museo, lo que sea, cogedles el abrigo y ayudadles a ponérselo en el momento de iros. Si necesita ir al baño cogedles también el bolso. Si lleva consigo una maleta, por pequeña y ligera que parezca, también cargad con ella.
4. La preferencia
Esto es algo que no sólo debe hacerse con las mujeres, pues es ya una norma de protocolo social. En compañía de otra persona ésta debe tener siempre preferencia, en todo.
Si vais a pedir para tomar algo o comer ella debe ser la primera en hacerlo.
Generalmente esta norma va dirigida a los hombres (probablemente como gesto de galantería con las mujeres), pero cuando ambos son del mismo sexo entonces prevalecen la edad, la posición social, etc.
5. Escaleras y ascensores
En estas dos no deja de aplicarse un principio muy sencillo, la seguridad. Podría suceder –aunque no sería debido a lo mismo-, que nosotros tropezáramos por las escalera y cayéramos. Esto cobra más sentido cuando caminas sobre unos tacones de 20cm de alto y más finos que una aguja.
Al subir las escaleras el hombre va por detrás de la mujer (y manteniendo la vista hacia arriba), y al bajarlas delante de ella.
Lo mismo sucedería con el ascensor. Sin embargo los ascensores modernos carecen de la inseguridad de sus antepasados, de modo que cederemos el paso primero a la mujer, teniendo en cuenta también de que tal vez nosotros estemos en ese momento sujetando la puerta del ascensor (si la tiene).
6. La conversación
La conversación es –y siempre será-, cosa de dos. Ya no por galantería, sino por educación, si monopolizamos la conversación corremos el riesgo de aburrir a nuestra pareja. Si por el contrario no participamos de la misma dejaremos en ella una imagen de ignorancia nada recomendable.
Lo mejor es escuchar activamente pero sin parecer todo oídos (un gentleman no es un psicólogo en su consulta, aunque en ocasiones nos toque actuar como tal), y seguir el hilo de la conversación aportando comentarios acertados, usando para ello un vocabulario correcto y educado.
7. Los cumplidos
Como expliqué en un artículo anterior, los cumplidos tienen su propio protocolo y no siempre es una herramienta para quedar bien. El exceso de zalamerías pueden acarrear recelo por parte de ella (es fácil asociar los piropos con la seducción, cuando tal vez no sea esa nuestra situación), y acabar cansando a nuestro interlocutor.
Mi consejo es que “a nadie le amarga un dulce”, por lo que es recomendable el uso de cumplidos siempre que éstos se hagan de forma natural y controlada. Ella apreciará nuestra observación y nuestro buen gusto y nosotros habremos ganado cuando menos una sonrisa, que para los tiempos que corren no es nada despreciable.
Por supuesto podríamos ampliar la lista. Hay cantidad de situaciones diarias donde poner en práctica la maestría de un galán pero como dije al principio, se trata de una actitud que debe fluir de forma natural, así que vosotros mismos descubriréis cuándo usar vuestras habilidades.